– El jugador casual, aquel que no posee una consola y solo juega para divertirse y
socializar.
– El jugador semipro, que juega para liberar el estrés y le dedica más de dos horas por
semana. Según el estudio realizado por la agencia global especializada en
comunicaciones de mercadeo, UM, 27% de los jugadores semipro en Colombia han
comprado una consola nueva en el pasado año y el 58% quiere reemplazar la suya
el próximo año.
– El jugador profesional, que considera los videojuegos como lo más importante en su vida y le
gusta entrenar en su consola de preferencia por más de 7 horas. La
investigación arrojó una cifra de más de 200.000 pesos mensuales como gasto
común de los jugadores profesionales.
Ya con estos datos, debemos tener en cuenta que los
niños y adolescentes son muy sensibles a los estímulos del ambiente. Y las
pantallas, además del realismo de los videojuegos, que acompañados de
contenidos violentos, falta de acompañamiento y normas, puede llegar a generar
problemas.
Señales de
alarma
Especialistas están de acuerdo en que se puede
considerar que existe un uso abusivo y cierta dependencia cuando:
• Uso compulsivo de los videojuegos (pasar muchas
horas conectado).
• Cambios de ánimo bruscos e inexplicables.
• Baja en el rendimiento escolar.
• Abandono de otras actividades de ocio.
• Falta de interés en actividades sociales.
• Alteraciones del sueño y estados ansiosos.
• Exceso de ansiedad por estar conectado jugando.
¿Qué podemos hacer?
Para todo existe una solución.
1.
Control del
tiempo. No todo debe ser tecnología, se deben
respetar los espacios de otras actividades como el estudio, la familia, el
deporte, los amigos, leer o escuchar música. No existen reglas generales pero
expertos afirman que un tiempo no mayor a 60 minutos son más que suficientes
para evitar cansancio visual, ansiedad y ocupación del tiempo en una sola
actividad. También se deben establecer los días de la semana para poder jugar:
un día a la semana, solamente los fines de semana, etc.
2. No son la única entretención. Niños y adolescentes deben tener claro que los videojuegos son una
actividad más y no la única. Para ello el trabajo y acompañamiento de los
adultos es fundamental. Si se logra generar un ambiente familiar que tiene
abiertas las puertas a más actividades de ocio y entretenimiento esto
favorecerá el desinterés por los videojuegos
3. ¡Estar atentos a cualquier cambio! A los mejor su hijo ya es adicto a los videojuegos y usted no se ha dado
cuenta. Esté atento a las conductas, estados de ánimo, tiempos,
comportamientos, respuestas a ciertas situaciones.
4. Para todo hay una edad. Como las películas y las series de televisión, así como las aplicaciones
móviles, los videojuegos tienen una clasificación según contenido y edad
apropiada. Las clasificaciones de la Junta de Clasificación de Software de
Entretenimiento (ESRB, Entertainment Software Rating Board) proporcionan una
información concisa y objetiva acerca del contenido de los juegos de video y
las aplicaciones para que los consumidores, en especial los padres, puedan
tomar decisiones informadas.
Se debe evitar a toda costa comprar videojuegos
violentos, sexualmente explícitos y groseros. Hay muchos juegos que sin usar
esos recursos son muy entretenidos.
5. Menos tecnología, más amor y acompañamiento. Más que consolas, juegos, gigas y redes, todos los seres humanos,
especialmente los niños y adolescentes requieren amor, protección, seguridad.
Un abrazo o estar juntos jamás podrá ser reemplazado por la mejor consola o el
dispositivo más novedoso.